¿Y si repensamos las coyunturas críticas: Economía y Fuerza Pública?
Por Sebastián Sanabria. Estudiante de Gobierno y Asuntos Públicos.
En los últimos días ha existido un revuelo gigante, desde procedimientos mal realizados por la Fuerza Pública hasta personajes políticos que han aprovechado la situación para incendiar al país bajo el contexto de una crisis económica sin precedentes. En este orden de ideas, para nadie es un secreto que la sociedad colombiana se encuentra en un una coyuntura crítica bastante pronunciada que requiere de acciones contundentes y prontas. Sin embargo, en este caso me gustaría analizar dos coyunturas: la económica que será nuestro compañero por un largo tiempo, y la coyuntura de institucionalidad de la Fuerza Pública. Las anteriores, bajo la lógica de re-pensar la crisis para hacer de Colombia un mejor país, aunque suene como frase de cajón de tía.
Todos, pero absolutamente todos nos encontramos agotados de escuchar la palabra COVID-19, me incluyo en la lista. No obstante, en el ámbito económico esta palabra se traduce como la crisis más pronunciada en la historia de Colombia superando la Gran Depresión de los años treinta, y otros eventos. En consecuencia, pareciera que el optimismo desbordado por parte del Gobierno Nacional, especialmente del Ministerio de Hacienda, es un sesgo inmenso. Tanto así, que el Fondo Monetario Internacional (FMI) proyecta que el PIB de Colombia para 2020 caerá en -8,2%, mientras que el Ministerio de Hacienda espera que el PIB caiga -5,5%.
Si bien la actividad económica del país se ha venido recuperando desde abril, la reactivación y recuperación no han sido tan dinámicas como se esperaba por parte de todos los sectores. Si a corto plazo estamos con políticas económicas inanes; es decir, si este es el comienzo cuál será el fin. A pesar de que hemos fijado la lupa a corto plazo, es necesario hacer con urgencia planes de contención, y una activaciónn económica verdadera con estímulos orientados hacia la empresa privada. Para ejemplificar, considero que políticas de subsidios perpetuos que busca desarrollar el Centro Democrático en la presente legislatura no estimulan nada. Al contrario, vuelven a la población dependiente del Estado, como una vaca que se le extrae leche. Creo pertinente importante recalcar una frase de Reagan: “El mejor subsidio es un empleo”, tanto así que si los gobiernos locales que realizan el 65% de la inversión pública cada año decidieran construir acueductos y alcantarillados en todo el país Findeter podría financiar estos programas. Creamos empleo y bienestar para nuestra nación. Sin lugar a duda, medidas de este tipo son necesarias y con prontitud.
Ahora bien, repensemos la crisis: cuando hay falta de presupuesto debes analizar una mejor forma de distribución de recursos, y obviamente no gastar más. Esto podría llevar a Colombia a no expandir más el Estado de lo que actualmente está, sino permanecer bajo la figura de un estado no intervencionista y en su mínima expresión. Ya que, entre más pequeño es el Estado más libertad para la sociedad, especialmente en una economía en la UCI.
Los últimos hechos han puesto la institucionalidad de la Fuerza Pública en números bajos e históricos, tanto así que la última encuesta del Barómetro de las Américas por Lapop muestra que el 24.6% de los ciudadanos confía en la policía en Bogotá. En este orden de ideas, recordemos que la Fuerza Pública es la garante por la preservación de la democracia, aunque solo se fortalece cuando se maximiza su eficacia y legitimidad. Por lo tanto, urge reconocer los errores cometidos, pero sobre todo aprender la lección. Ahora bien, si repensamos la presente crisis debemos partir de que la confianza es la columna vertebral del cambio, ya que sin esta no se logrará mejorar la imagen de la Fuerza Pública hacia la sociedad. Por consiguiente, es necesario armonizar con las altas cortes para explicar los diversos protocolos y llegar a un consenso de opiniones de forma rápida, ya que si no se realiza los únicos que ganan son los vándalos poniendo en riesgo la libertad y el orden.
Pero, ¿cuál es la relación entre las dos coyunturas? Si pensamos la seguridad como pilar fundamental del Estado, sin lugar a duda requiere de una confianza intrínseca entre la Fuerza Pública y la sociedad, la cual no existe actualmente. Del mismo modo, si no tenemos una Fuerza Pública con mejoramiento continuo en todos los ámbitos perdemos el motor de este crecimiento que proviene del choque positivo de confianza en el país generado por las políticas de seguridad y defensa que dio lugar a un incremento de la inversión medida con respecto al PIB durante el primer gobierno de Álvaro Uribe; es decir, perdemos absolutamente todos.
Finalmente, este gobierno y los próximos deberán considerar la crisis económica, junto con la institucional de la Fuerza Pública, como una ventana de oportunidad. Por consiguiente, deben esforzarse en tratar el problema de raíz, mas no con discursos y palmadas en la espalda que no lograrán nada para llevar a Colombia a ser un mejor país, por un lado con un Estado en su mínima expresión y no asistencialista, y por otro una Fuerza Pública donde la institución está por encima de las personas y las aspiraciones.