Los Fernández argentinos: la historia de un matrimonio político en crisis

Revista The Lobby
4 min readNov 18, 2021

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Escrito por Lily Sofía Susa, estudiante de Ciencia Política.

Las relaciones políticas vividas en gran parte de los países latinoamericanos pasan por las tres típicas fases de una relación amorosa: 1) el enamoramiento, o etapa de la perfección, que en este caso político sería el momento de los ofrecimientos, cargos políticos prometidos y todo un futuro diplomático por delante; 2) la desilusión como una fase donde las crisis políticas comienzan a surgir para amenazar con la estabilidad del país; y finalmente 3) la inminente separación/divorcio donde cada uno saca sus verdades a la luz ignorando años de trabajo conjunto y de secretos políticos de doble filo. Aunque a lo largo de la historia se han visto este tipo de relaciones en la política, parece que no quisiéramos aprender de ellas y, mucho menos, analizar el paso a seguir en cada una de ellas. No obstante, para fortuna de muchos actores involucrados y partidos políticos envueltos en la situación, algunas relaciones estrechas suelen recuperarse de esos momentos tormentosos e incluso se fortalecen después de ellos ¿Será Argentina esta vez la triste excepción? En este país suramericano, los Fernández, Cristina y Alberto, están pasando por la usual crisis en los matrimonios políticos que, si no se maneja de la manera correcta, puede terminar en el divorcio sin custodia compartida de toda una nación.

Cristina Fernández de Kirchner es un personaje que no necesita mucha presentación, pues se ha mantenido en el foco de la política argentina desde varios años atrás, teniendo su auge durante la presidencia de su difunto esposo, Néstor Kirchner, en 2003 y su posterior presidencia desde el 2010 hasta 2015. Cristina ha estado involucrada en múltiples escándalos como el asesinato de su ex secretario en 2020, aunque no se probara su participación total en este crimen, su reputación disminuyó progresivamente debido a su mala gestión como vicepresidenta de Alberto Fernández desde el 2019. Alberto, quien por coincidencia tiene el mismo apellido que su colega, fue jefe de gabinete durante los mandatos del matrimonio real de los Kirchner y, aunque estuvo en otros cargos de aparente relevancia, su vida política estaba siendo formada casi bajo la sombra de Cristina hasta su victoria en 2019, convirtiéndose así en el nuevo mandatario y asumiendo la responsabilidad de entregar a su sucesor una “Argentina de pie” tal y como lo prometió en su tiempo en campaña.

Desde aquel 10 de diciembre del 2019, los Fernández comenzaron su luna de miel, ideando juntos un plan apropiado para manejar al país del tango y el alfajor, sin saber que meses después llegaría una pandemia que no solo acabaría con matrimonios reales en el mundo sino que también causaría estragos en el de ellos. La gestión de estos dos personajes ha estado bastante lejos de ser la ideal para los cargos más importantes del ejecutivo y, según algunos analistas, la emergencia sanitaria no les ha permitido llevar a cabo su plan gubernamental, lo cierto es que lo más interesante o relevante que han hecho en su mandato medio pandémico es haber tuiteado sobre la muerte de Diego Maradona, y hacer lo necesario para enterrar no sólo a Dieguito sino también los problemas de Cristina con una reforma judicial que, a pesar de haber tenido revuelo en la nación, el luto por “la mano de Dios” terminó por opacarla.

Conforme pasaba el tiempo, este lazo entre Cristina y Alberto se veía más fortalecido. Juntos hicieron discursos e intervenciones en la prensa para mencionar que marcarían historia, quizá no por su excelente y remarcable gestión, sino por ser los líderes de la pandemia. En medio de discursos, casi obligando al pueblo argentino a conformarse con la gestión realizada, Cristina y Alberto se abrían paso para promocionar a los partidos políticos que les convenía para que llegaran a dominar el poder legislativo. Aunque los primeros meses las encuestas parecían estar bien y reflejaban victorias arrasantes en las primarias, los resultados fueron el principio del fin de las nupcias políticas de los Fernández.

Desde la derrota aplastante del partido oficialista en las elecciones del pasado 12 de septiembre, más de tres ministros y una jueza de la Corte Suprema decidieron presentar su renuncia al presidente Alberto Fernández. A pesar de que el mandatario no ha querido aceptar las dimisiones, Cristina salió recientemente a exponer a su colega, mencionando que desde los inicios de Alberto, ella había dejado en claro la ineptitud del gobierno en algunos asuntos. Además habló de la forma en la que, luego de la derrota, el mandatario fingió que absolutamente nada había pasado y conforme pasaban los días, más se “atornillaba” a su silla. Lastimosamente, Cristina sólo se está atando la soga al cuello, llevándose consigo a numerosos políticos relacionados con el Kirchnerismo quienes, en sus flojos intentos por hacer de Argentina el país ejemplar de Suramérica, han desatado una serie de eventos infortunados que desembocará en una lamentable crisis política y económica en este país en el que al parecer lo único positivo y representativo es el debut de Messi en el PSG.

La pandemia hizo lo suyo, la convivencia en la Casa Rosada fue complicada e hizo que Cristina se cansara de la ineficiencia de su colega. Puede que vengan nuevos aires para la política en Argentina, pero lo cierto es que el divorcio político de los Fernández es inaplazable y, como dice el éxito de uno de los Fernández mexicanos, a Alberto solo le quedará dedicarse a perder a su queridísima y leal Cristina.

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