Le Pen vs Macron: el verdadero Tour de Francia
por: Lily Sofía Susa, estudiante de Ciencia Política
Algunas veces, el concepto de ciertos eventos importantes puede variar según el público al que vaya dirigido. En esta ocasión, se me hizo imposible no pensar en las elecciones presidenciales francesas como una especie del Tour de Francia para aficionados o interesados en la política, al fin y al cabo, tienen bastantes similitudes; la champaña, las caídas, los escándalos y las rivalidades. Y no, no soy aficionada al ciclismo, ni mucho menos conozco los términos específicos para cada situación durante la carrera, pero se me hizo bastante curioso ver cómo los resultados de esta primera vuelta presidencial me recordaron de cierta manera a un competitivo tramo entre los ciclistas Julian Alaphilippe y Primoz Roglic en pleno Tour de Francia del 2021. Después de todo, parece que, tras esta primera vuelta presidencial, Marine Le Pen y Emmanuel Macron dejaron atrás al pelotón para disputarse una reñida final y ser les grands gagnants de la journée (los grandes ganadores del día).
El 3 de marzo, por medio de una “Carta a los Franceses”, el presidente Emmanuel Macron anunció su candidatura presidencial para la reelección, pues, según él mismo: “el tiempo que había estado en el poder no había sido suficiente para lograr lo que se había propuesto hacer y, además, con la dura experiencia de este periodo presidencial que está culminando, si lo reeligen, sería diferente esta vez”, lo cuál es curioso, pues resultan estas palabras iguales a las típicas promesas en las que, si el pueblo cede, puede ser peor el remedio que la enfermedad. Luego, el 7 de marzo, se presentó la amplia lista oficial de candidatos a las elecciones en primera vuelta, teniendo siempre como favorito a Macron en las encuestas, seguido por la ultraderechista, Marine Le Pen, que supera por poco al otro ultraderechista, Eric Zemmour. Los otros candidatos (Valérie Pécresse, Jean-Luc Mélenchon, Yannick Jadot, Fabien Roussel y Anne Hidalgo), si bien tenían un nombre conocido en la política francesa, su peso no era, hasta el momento, el suficiente para vencer a los tres principales que encabezaban la intención de voto de la población francesa.
Como una especie de crónica bastante previsible, pues en numerosos países ocurren las mismas cosas en época electoral, el transcurso de las campañas se vio empañado por diversos escándalos y, mientras todos hacían lo posible para sumar votos, Macron puso en práctica la ley del menor esfuerzo. La guerra entre Ucrania y Rusia le cayó como anillo al dedo y le funcionó al presidente como una perfecta excusa para no hacer campaña como sus contendores y para no asistir a los debates. ¿Acaso Macron creyó que ya tenía una victoria asegurada o el asunto de Ucrania le invadió tanto la cabeza que no pudo pensar en nada más? Pues sí o sí tuvo que poner su cabeza en otro tema: el escándalo McKinsey.
En vísperas de las elecciones presidenciales francesas, el equipo de Macron intentó desactivar la polémica sobre el uso de consultoras, en particular la consultora McKinsey. Las pesquisas realizadas por la Fiscalía Nacional Financiera por blanqueo agravado de fraude fiscal, lanzadas el 31 de marzo, no identifican a ninguna asesoría en particular, pero son resultado de un informe presentado en marzo por una comisión de investigación del Senado sobre “la influencia creciente” de las asesorías en las políticas públicas. Ese documento apuntaba que el Gobierno de Macron duplicó desde 2018 el recurso a las consultoras privadas, hasta los casi 1.000 millones de euros anuales, sin la transparencia suficiente, y denunciaba además que McKinsey no habría pagado el impuesto de sociedades en Francia desde hace una década. Una vez más, Macron, el “Presidente de Los Ricos” se apresuró a intentar desmarcarse de cualquier posible irregularidad y, aunque salió muy salpicado del asunto, se salió con la suya.
La movidas durante las campañas presidenciales se hacían más complicadas y, a una semana de la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Francia, los partidos de izquierda apenas reunían el 30% de la intención de votos, lo que dejaba ver que este sector se encontraba en una profunda crisis y la última esperanza de sus electores es ver a Jean-Luc Mélenchon pasar la primera vuelta. Aunque los resultados obtenidos fueron sorprendentes y positivos, no fueron los suficientes para vencer a Le Pen y mucho menos a Macron. Era posible escuchar en los análisis diversas razones que estaba detrás del debilitamiento de la izquierda francés, pero la que tiene más peso, por ahora, es que la correlación de fuerzas entre la izquierda y la derecha ha ido cambiando con el surgimiento de la extrema derecha, que ponía en peligro la presencia de la izquierda en la segunda vuelta. Para infortunio de muchos, las elecciones presidenciales ya no fueron el escenario de una victoria para la izquierda francesa, pero puede que los comicios legislativos le dejen un rayo de esperanza a este sector.
Tras los resultados casi predecibles de la primera vuelta presidencial, Marine Le Pen entra a la historia, por tercera vez. Con un discurso centrado en el poder adquisitivo e intenciones de que Francia salga de la OTAN, Le Pen está a puertas de cumplir el sueño de llegar a la presidencia de Francia, pues, en ninguno de sus dos intentos pasados ha estado tan cerca de la victoria. Luego de mostrarse como ”agresiva y poco preparada” durante los comicios de 2017, donde también se enfrentaba con Macron, ahora aprovecha para mostrarle al público una imagen más simpática y ¿pacífica? Por ahora, ambos se enfrentan a una situación decisiva en su carrera, pues, mientras que para Marine Le Pen la tercera es la vencida, para el actual presidente, Emmanuel Macron, la segunda será la definitiva. Un error por parte de Le Pen le arrebatará toda posibilidad de gobernar Francia y, por el otro lado, una victoria para Macron sería casi una señal del destino para que se “pellizque” y esta vez sí lo haga bien.
Ahora que estamos a pocos días de la segunda vuelta presidencial que se llevará a cabo el próximo 24 de abril, Macron ahora sí se puso las pilas para conquistar el voto en aquellos territorios en los que Le Pen resultó victoriosa. Tal y como un político en campaña, el actual presidente abraza a niños y se “unta de pueblo” para ver si logra conseguir lo que en cinco años de mandato no pudo: tener la confianza del electorado. Mientras que, Le Pen se centra en defender su visión de “reunir a los franceses en torno a la justicia social y la protección, garantizada por un marco fraternal en torno a la idea milenaria de nación”
Este duelo de titanes o de ciclistas al estilo Roglic vs Alaphilippe, se mantendrá vigente por algunos días más. Por ahora nos queda comprar palomitas y disfrutar de la contienda electoral en la que los franceses tienen la decisión de elegir entre la peste o el cólera para que gobierne durante los próximos años la tierra de la libertad, igualdad y fraternidad.