El ignorante no puede ser libre

Revista The Lobby
4 min readNov 16, 2021

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Escrito por Lily Sofía Susa. Estudiante de Ciencia Política.

Napoleón Bonaparte dijo alguna vez “Si quieres que algo salga bien, entonces deberías hacerlo tú mismo”. Sin embargo, para cualquier actividad estamos dispuestos a recibir o brindar ayuda para llegar a la meta. Después de todo, el trabajo en equipo es fundamental para el cumplimiento de objetivos. Curiosamente esta narrativa funciona para cualquier situación cotidiana, tal y como puede suceder, por ejemplo, con sobornos en gran parte de los países, pues ningún individuo actúa solo y siempre existir una completa red detrás de ese delito. Lo que nos deja por deducir fácilmente que, para la elaboración de “planes criminales” si se involucra a mucha gente, podría salir mal, más que todo cuando de corrupción se trata. ¡Una total pena para los corruptos!

En una de sus campañas presidenciales, Nicolás Sarkozy mencionó de manera contundente la frase que está en el título de esta columna, sin pensar que años después él sería una víctima de sus propias palabras. Para haber sido presidente, Sarkozy no fue tan astuto, ya que no aprendió de Bonaparte e involucró a múltiples personas en sus fechorías con el objetivo de llegar de nuevo al poder de su amada Francia a punta de mentiras, sobornos e incentivos no tan legales a quienes lo ayudaran y, por supuesto, terminó perjudicando al utópico pueblo de la libertad, igualdad y fraternidad.

El pasado primero de marzo, un tribunal francés sentenció a tres años de cárcel a Sarkozy tras un juicio por corrupción. El exmandatario, de 66 años, fue responsable de ofrecer un alto cargo al magistrado Gilbert Azibert en Mónaco a cambio información privilegiada sobre otra investigación en su contra por el financiamiento de su campaña. Junto al expresidente fueron condenados por las mismas penas su abogado, Thierry Herzog, y el magistrado Azibert. El tribunal llegó a la conclusión que los tres participaron en un “pacto de corrupción”, descubierto gracias a las escuchas en una línea telefónica secreta que usaban Sarkozy y Herzog, y que estaba registrada bajo el nombre falso de Paul Bismuth. No obstante, de los tres años a los que está condenado el expresidente, solo se verá en la obligación de pasar uno en la cárcel y los restantes podrá esta bajo prisión domiciliaria, algo que evidentemente no va a suceder con sus cómplices, quienes sí estarán en prisión durante el tiempo que el juez los condene. Esto nos hace cuestionar si una de las tres palabras con las que se identifica Francia es real. ¿La prisión domiciliaria se le concederá a Sarkozy por el simple hecho de ser un expresidente, una figura pública o alguien que le entregó muchos años de su vida al crecimiento del país? Interesante pero bastante discutible.

Además, Nicolás está siendo investigado por unos cuantos delitos más. En dos semanas, aproximadamente, volverá a ser juzgado por violar las reglas de financiación de la campaña durante su fallida candidatura a la reelección de 2012, al trabajar con una empresa amiga de relaciones públicas para ocultar el verdadero costo de su campaña y también los fiscales franceses están investigando la supuesta financiación ilegal de campañas por parte de Libia. La investigación ha planteado y expuesto que el ex líder libio fallecido Muammar Gaddafi supuestamente proporcionó a la campaña de 2007 de Sarkozy millones de euros enviados a París en maletas.

Esta sentencia y las investigaciones que continúan en contra de este exmandatario nos han enseñado que, incluso en los países más “desarrollados”, el fantasma de la corrupción sigue rondando en su sede de gobierno, aunque también hay que entender que son humanos quienes gobiernan y no máquinas perfectas que tienen todo bien calculado ¿cierto? No obstante, tras esto debemos replantearnos las figuras presidenciales por las que estamos votando, las cuales en campaña nos dan la mano, prometen más que pareja de recién enamorados y al final terminan desilusionando a toda la población y afectando más a las comunidades vulnerables.

A pesar de los modelos económicos, la debilidad en el sistema judicial de muchos países, la baja calidad de políticos que existe y la poca ética- moral en estos campos de acción, la enseñanza termina siendo siempre para el ciudadano, quien tiene la última palabra para empoderarse, rebelarse y hacer su aporte para cambiar las estructuras sociales o si, por el contrario, prefiere dejar todo estático de acuerdo a sus intereses justo como cualquier ser humano lo haría.

Esta situación nos deja muchos interrogantes y pocas respuestas. ¿La justicia francesa hará su trabajo completo y trasparente o dejará que estas investigaciones pasen desapercibidas y el expresidente se saldrá con la suya para pasar dos años de prisión domiciliaria en una de sus grandes y lujosas casas sin ser privado de ningún bien adquirido con el dinero de los franceses?

Por ahora, nos queda por recordar lo que Sarkozy alguna vez dijo en uno de sus discursos: “Quiero hacer la guerra contra el analfabetismo, la pobreza, el desempleo, la competencia desleal y la delincuencia” porque, aunque se pueda decir que combatió y erradicó cada uno de estos aspectos durante su mandato, sin embargo, éste predicó, pero no aplicó y ahora sumó con sus delitos algunas cifras a la criminalidad francesa.

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Somos la revista de estudios globales de la Universidad de los Andes.

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