Al mejor cazador, se le va la liebre:
Perspectivas de las tensiones entre China y Taiwán a luz de la situación en Ucrania
Por: Fabián Acuña, estudiante de Economía y Ciencia Política.
Nuevos reportes de la Oficina de Seguridad Nacional de Taiwán han informado al público de que varios aviones chinos han cruzado su espacio aéreo. Este hecho coincide de manera irónica con el reciente escalamiento del conflicto entre Ucrania y Rusia lo que ha dado a entender un mensaje contundente sobre las intenciones que podrían haber de por medio. Claro, es válido entonces preguntarse: ¿puede la reciente situación en Ucrania predecir un resultado similar para el escalamiento de tensiones entre China y Taiwán? Pues no, no es una conclusión viable, dadas las circunstancias de Taiwán en el sistema internacional, que son diferentes a las de Ucrania.
Por supuesto, hace falta un poco de contexto. La disputa entre Taiwán y China no es reciente y tampoco es sencilla de comprender. Grosso modo, el conflicto nace por la rivalidad de reconocimiento de estos Estados como “la verdadera China”, siendo el gobierno taiwanés una herencia del gobierno previo a la Guerra Civil que se exilió en la Isla Formosa, y siendo el gobierno chino heredero del gobierno comunista instalado postguerra civil. Esta competencia instó a la creación por parte de China de la “One-China Policy”; por la cual reclama los territorios de Taiwán, Hong Kong y Macao como parte de la China continental, amenazando la soberanía, en este caso taiwanesa, que se tiene en la isla desde 1949. A partir de ahí, la guerra por reconocimiento la viene ganando China, también por su papel central que ha tomado en la historia reciente como potencia económica y militar. Sin embargo, la autonomía de facto de Taiwán, en términos políticos, sigue siendo indiscutible.
Aquí es clave un dato: la pelea de reconocimiento la está ganando China. Es decir, el rol central de este país en el sistema internacional es imperante, comparado con el hecho de que Taiwán se ha tenido que conformar con representaciones implícitas y alianzas bajo la sombra. Básicamente Taiwán no representa, ni de manera concreta ni de manera simbólica, una amenaza a la superioridad de China. Esto cambia en el caso de Ucrania, cuya posible adhesión a la Unión Europea y sus recientes tratos con la OTAN eran un hecho imperdonable a ojos rusos. Por lo cual, en una clásico Trampa de Tucídides, Rusia decide escalar el conflicto hasta llegar a la situación actual.
Desde una perspectiva económica, tampoco tiene sentido. La mayoría de las exportaciones de Taiwán van a China y el mayor déficit comercial (la situación donde un país importa más de lo que exporta) de China es con Taiwán. La integración económica de estos países es innegable y pone un gran peso en las relaciones sino-taiwanesas. Inclusive, por más presiones económicas China ha impuesto en Taiwán como cuando impidió el acceso de este último a la Asociación Económica Integral Regional, la representatividad de esta decisión ha sido nula y la amenaza de que Taiwán pueda romper las cadenas de suministros de bienes como los semiconductores es mucho mayor que estas presiones.
Claro, pero ¿por qué este argumento no detuvo a Rusia de invadir a Ucrania si el comercio de gas natural y acero entre los dos es monumental? ¿Qué es lo diferente? Pues la carga tan politizada del gas natural y el acero comparada con las exportaciones taiwanesas. El impacto en el comercio internacional que tendría la escasez de semiconductores (la exportación más importante de Taiwán) sería más que todo homogéneo; en cambio, el gas natural ha sido usado como estrategia geopolítica por parte de Rusia y Ucrania, al contener gran cantidad de gasoductos que conectan con el Mar Negro, es un blanco de las presiones. El gas natural juega un papel importante para contrarrestar las amenazas que imponía sobre Rusia la Unión Europea y, en especial, Alemania. Por lo que Rusia ganaba más si cooptaba los gasoductos y mantenía una relación de dependencia de este producto con la Unión Europea. En contraste, Ucrania depende mucho de la exportación de acero y otros productos manufacturados a Rusia, cosa que no pasa en viceversa. Es decir, Ucrania depende desproporcionadamente del enemigo.
Ahora, saliendo un poco del panorama económico, es cierto que una guerra entre China y Taiwán es improbable y que un spillover del conflicto ruso-ucraniano no es concreto, pero no significa que no sea posible. La posición reciente de Estados Unidos y Reino Unido en que Taiwán tenga un rol más claro y definitivo dentro del sistema de las Naciones Unidas ha radicalizado el discurso chino. En enero de este año, el embajador de China en Estados Unidos explícitamente citó que un conflicto entre Estados Unidos y China por Taiwán era una posibilidad, dado que “China siempre buscará proteger el bienestar de sus compatriotas”. En este caso, -compatriotas- es una referencia al hecho de que China sigue sin ver a Taiwán cómo independiente sino como parte de su territorio soberano como mencionado al principio.
Esto muestra que el caso de un conflicto armado causado por las tensiones entre China y Taiwán sólo es probable bajo la auspicia de una mayor intervención de países occidentales dentro de esta situación. Esta posición es de las más fluctuantes (la política exterior de Estados Unidos, por ejemplo, con respecto a Taiwán ha variado demasiado durante años recientes); por lo que, una respuesta sencilla no existe. No obstante, lo que sí es cierto es que existen más obstáculos para este conflicto, que para el caso ucraniano. Dice mucho que hasta ni el poderío chino es suficiente para iniciar una cacería contra Taiwán. Hasta al mejor cazador, se le va la liebre.